Tal vez las nuevas generaciones de tabasqueños no lo recuerden o no habían nacido, pero este 19 de enero se ajustan 28 años de uno de los acontecimientos políticos más funestos de Tabasco, cuando cientos de perredistas fueron desalojados violentamente de Plaza de Armas por turbas de pandilleros y priistas que, durante 19 días, bloquearon los accesos de los tres poderes del estado para impedir que Roberto Madrazo Pintado entrara al Palacio de Gobierno, tras robar la gubernatura a su candidato, Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo al director del portal de noticias Reporteros del Sur, Armando Guzmán, así ocurrieron los hechos aquél 19 de enero de 1995:
VILLAHERMOSA, TAB/ARMANDO GUZMÁN
Con los ojos enrojecidos como brasas y aliento alcohólico, el ex líder petrolero de la sección 44, Mario Ross García, encaró al subsecretario de Gobierno, Irving Orozco:
-“¡De pacifismo y prudencia ya estamos hasta la madre! Ahorita los sacamos, de hoy no pasan…”
Siete horas después, los perredistas fueron expulsados violentamente de Plaza de Armas por pandilleros y enardecidos priistas
“La intención es que el priista no se manche las manos de sangre. Esa es gente irracional, ¡son como animales!”, juzgó severamente el director de seguridad pública de Tabasco, el general Arturo Zavala.
El veterano militar, “experto en anti guerrilla”, pretendía así tranquilizar al ex diputado federal Mario Ross García que, al frente de poco más de 200 enardecidos priistas, iniciaron a las 11:30 de la mañana la ofensiva final que después de siete horas logró expulsar a los perredistas de Plaza de Armas.
De poco valieron las palabras del general Zavala.
El ex legislador y ex líder de la sección 44 del sindicato petrolero (ya fallecido) encaró al subsecretario general de Gobierno, Irving Orozco, y con los ojos enrojecidos como brasas y aliento alcohólico, reviró:
¡De pacifismo y prudencia ya estamos hasta la madre! Ahorita los sacamos, de hoy no pasan…
El funcionario tragó saliva y se alejó del ex líder petrolero.
—El, como otros, está ebrio, y con ellos viene gente infiltrada —confirmó en voz baja.
Irving Orozco y el general Zavala desaparecieron. Señal para que los priistas de “la sociedad civil” comenzaran permanente hostigamiento a los seis campamentos que los perredistas, desde el 31 de diciembre de 1994, habían instado en Plaza de Armas para impedir el ingreso de Roberto Madrazo al Palacio de Gobierno; de los legisladores a la Cámara de Diputados y de los magistrados y jueces al Tribunal Superior de Justicia.
Protestaban por el “fraude electoral” cometido en contra de su candidato, Andrés Manuel López Obrador.
A las siete de la noche, cuando los más de mil perredistas se parapetaban junto con sus dirigentes en el puente Solidaridad que cruza el río Grijalva y desemboca en Plaza de Armas, reapareció el general Zavala al frente de 400 policías. Comenzaba la rapiña de priistas y pandilleros y arribaba al corazón político de Tabasco un destacamento del Ejército, apoyado con cuatro tanquetas.
Cientos de priistas, hasta sumar alrededor de cinco mil, abarrotaban ya la plaza. En medio del fandango que se improvisó, el gobernador Roberto Madrazo hizo su aparición triunfal en el balcón central del Palacio de Gobierno.
-“Estoy aquí porque ustedes así lo quisieron”, dijo a la multitud y se retiró para conocer su despacho y sentarse en la silla que tanto ansió ocupar desde el 31 de diciembre. El besamanos, pospuesto 19 días, se prolongó hasta las 10 de la noche.
Mientras, se reportaban los saldos de la refriega: 130 heridos por el desalojo, entre priistas y perredistas; cuatro vehículos destruidos, uno de ellos incendiado y destrozos en casas-habitación y comercios por parte de los agresores.
El desalojo de los perredistas de Plaza de Armas, se desarrolló de la siguiente manera:
11:30.- Unos 300 priistas llegan en vehículos a las inmediaciones del Palacio de Gobierno, donde son contenidos por la policía. El subsecretario general de Gobierno, Irving Orozco, les pide calma.
12:00.- El ex diputado federal priista Mario Ross, visiblemente ebrio, azuza a sus seguidores a la toma de la plaza.
12:30.- Llega el líder estatal del PRI, Nicolás Hadad López, para pedir calma y convocar a permanecer en plantón para evitar que “se consume la felonía del centro”. Reitera la solicitud de audiencia al presidente Ernesto Zedillo y cuestiona el débil apoyo del CEN del PRI.
1:15.- Los priistas, que ya superan los 300, se acercan a la calle de 27 de Febrero e Independencia, uno de los accesos a Plaza de Armas y comienzan a insultar a los perredistas. Atraviesan sobre la avenida 27 de febrero dos camiones.
1:54.- Uno de los priistas se enfrenta con un granadero. En el repliegue, se reorganizan y dan un plazo de una hora a los perredistas para que desalojen la plaza o de lo contrario lo harán de manera violenta.
15:00.- Los perredistas resisten la ofensiva priista sentados en el suelo. Al frente de ellos está el líder estatal del partido, Davin González Ballina. Por el micrófono, el diputado del PRI, Félix Heladio Sarracino habla de que no son violentos, pero de inmediato los priistas se lanzan sobre los perredistas. La policía lanza gases lacrimógenos.
15:20.- Decenas de priistas llegan a otro de los accesos a Plaza de Armas y los policías vuelven a lanzar gases lacrimógenos. Mientras, decenas de taxis y vehículos rodean los bloqueos para impedir la entrada de alimentos.
16:10.- Se retira la policía. Sólo queda un pelotón de militares dentro del Palacio de Gobierno en resguardo del inmueble. Los priistas encaran e insultan a los perredistas. Derriban sus improvisados baños y le prenden fuego, así como a banderas del PRD. Un vehículo del perredista Tomás Brito Lara –que después sería alcalde del municipio de Cárdenas- es destrozado frente al hotel Howard Johnson.
16:35.- Los priistas destrozan otro vehículo perredista y rompen el aparador de un comercio. Un priista resulta lesionado. Se oyen cuatro detonaciones de arma.
16:55.- Decenas de priistas, que a esta hora son casi mil, destrozan los techos de plástico de los perredistas que siguen sentados, tomados de las manos. Prenden fuego al plástico y lo arrojan a los plantonistas. Por otro de los accesos, arriban decenas de pandilleros que comienzan a lanzar bombas molotov y piedras a los perredistas.
17:15. Por tres de los seis accesos arrecia la ofensiva. Los priistas entran a Plaza de Armas. Los policías, desde las azoteas de los edificios que rodean la plaza, lanzan bombas lacrimógenas.
17:30.- Los priistas son expulsados por los perredistas.
17:34.- Vuelve la ofensiva de los priistas.
17:38.- Perredistas repelen otra vez a la turba priista.
17:45.- Cerca de mil 500 priistas penetran definitivamente a Plaza de Armas. Policías los apoyan lanzando bombas de gases lacrimógenos. Los perredistas alcanzan el puente Solidaridad. Ahí, se recibe una llamada de López Obrador: instruye a sus seguidores a que regresen a sus comunidades.
18:00.- Los priistas y pandilleros comienzan a fabricar hogueras para quemar pertenencias de los perredistas. Se quedan con sillas, cobijas y tanques de gas. A lo demás le prenden fuego. Llegan 150 elementos del grupo especial 100 de la policía estatal.
18:10.- Los agresores prenden fuego a una camioneta. Otros tres vehículos son destrozados. Los perredistas, apostados a lo largo del puente y, callados, levantan la mano izquierda, haciendo la “V” de la victoria.
18:30.- Las puertas del Congreso son abiertas. Ingresan jubilosos y sudorosos los diputados priistas, así como cientos de sus correligionarios.
18:45.- Llegan a Plaza de Armas decenas de soldados y centenares de policías para cobijar a los priistas que comienzan a congregarse frente al Palacio de Gobierno.
20:30.- Una marcha de miles de priistas, procedente de la Plaza de la Revolución, arriba a Plaza de Armas. Esperan al gobernador Roberto Madrazo, que por radio se compromete llegar al Palacio de Gobierno.
20:55.- Llega Madrazo a Plaza de Armas y entra al Palacio de Gobierno. Sale al balcón central y expresa a la multitud congregada: “yo quiero decirles que estoy aquí por mandato popular expresado por ustedes el 20 de noviembre”.
“Quiero agradecer a nuestro gran pueblo de Tabasco… (lo interrumpen para cantar una estrofa del Himno Nacional) Que viva la certeza para Tabasco. Muchas gracias”.
21:00.- La gente se dispersa. La música continúa. Dentro del Palacio de Gobierno, Madrazo disfruta la salutación que, el 31 de diciembre, improvisó debajo de un almendro.
21:30.- El gobernador, que desde que inició su gestión hizo sólo dos giras al interior del estado y encabezó un solo acto público, se deja querer por la prensa. A la pregunta del costo político por el desalojo, dice que no hay tal.
“El costo político hubiera sido no sostener la voluntad ciudadana que se ha expresado en estos momentos”, afirma.
22:00.- Madrazo, acompañado de sonrientes colaboradores, se retira a la Quinta Grijalva, la residencia oficial de los gobernadores de Tabasco.
22:50.- El general Arturo Zavala reúne a sus 500 elementos y sonríe satisfecho. “Que me juzgue quien me tenga que juzgar”, dice.
23:00.- Madrazo se comunica con Jacobo Zabludowsky del noticiario 24 horas de Televisa y, mientras niega la violencia, las imágenes de la televisión muestran los destrozos causados por los priistas.
“No podemos permitir que nada ni nadie esté por encima de la ley. Desgraciadamente todavía esta tarde algunos grupos querían mantener la intolerancia como vía de suspensión de una decisión democrática. Por fortuna en este momento se han conciliado las pasiones”, asegura.
23:10.- Los perredistas, impotentes, regresan como pueden a sus lugares de origen. Así se los había pedido Andrés Manuel López Obrador desde la Ciudad de México.
Así, a sangre y fuego, arribó Roberto Madrazo Pintado al Palacio de Gobierno el 19 de enero de 1995. Así iniciaba la consolidación de un funesto cacicazgo de corrupción, asesinatos, fraudes electorales, tráfico de influencias y atraso social, económico y político de Tabasco que en 2006 ajustó 15 años con su títere Manuel Andrade en el gobierno.
LA REVANCHA
A partir de los hechos violentos del 19 de enero, comenzó la revancha de Roberto Madrazo en contra de sus opositores.
En Villahermosa y otros municipios empezaron a circular volantes con fotografías de López Obrador, Muñoz Ledo y del líder local del PRD, Darvin González Ballina, así como del líder de la organización priista Democracia 2000, Luis Priego Ortiz, quien se había declarado no partidario de Madrazo.
Con letra de molde, en el volante se invitaba: “Tabasqueño, tú que quieres a tu pueblo, mátalos donde los encuentres. Estos son perredistas”.
Los muertos no demoraron en llegar. Cinco perredistas fueron asesinados en los primeros seis meses de gobierno madracista. Tres en la Villa Benito Juárez y dos en el poblado Belén, todos pertenecientes, casualmente, al municipio de Macuspana, donde nació López Obrador.
En Villa Benito Juárez, fueron asesinados por policías y porros al servicio del PRI, Pedro Ignacio Reyes, Jesús Alamilla García y Nazario Arias Pérez, el primero, suego del entonces diputado local del PRD, Alejandrino Álvarez Peralta.
El PRD y el PRI disputaban la delegación municipal. Llegó la policía y abrió fuego contra los perredistas. Pedro Ignacio Reyes cayó abatido por las balas. Siete más salieron gravemente heridos pero salvaron sus vidas.
El gobierno de Madrazo respondió con el silencio. La prensa destacó que la balacera fue “entre militantes del PRD”. López Obrador asistió al sepelio, exigió castigo para los responsables y lamentó que el asesinato de don Pedro hubiese sido el primero “en siete años de lucha por la democracia”.
Siguió en la lista el joven perredista, Jesús Alamilla García y, después, Nazario Arias Pérez, ultimados, el primero, por porros priistas y, el segundo, también por la policía.
El 22 de mayo, Amalio Astudillo Trujillo y su esposa Amelia Jiménez Chablé, salieron del poblado Belén para apoyar a sus compañeros del PRD que habían ganado la delegación municipal de Villa Benito Juárez, y que el PRI se las quería arrebatar a sangre y fuego.
Nunca llegaron. Sus cuerpos, con huellas de torturas, fueron encontrados flotando sobre el río Usumacinta, una semana después. Cinco familias lloraron a sus muertos. No hubo castigo para nadie. Impunidad absoluta.
En febrero, cayó el gobernador de Chiapas, Eduardo Robledo Rincón. Al conocerse la noticia en Tabasco, la euforia invadió a los perredistas: ¡Cayó el primero!, ¡Cayó el primero!, clamaban.
En una ceremonia de entrega de apoyos para el campo, el gobernador Roberto Madrazo, con rostro sombrío, se negó a opinar sobre el caso.
Lo hizo el líder del Congreso, Pedro Jiménez León. Nervioso, sostuvo que la caída de Robledo Rincón no repercutiría “en lo absoluto” en Tabasco y ratificó que Madrazo no dejaría la gubernatura “así sea temporalmente”.
“La posición del Congreso sigue siendo la misma: velar por la legalidad, y si llegara la solicitud de licencia, será rechazada”, reiteró.
Ese mes llegaron también los primeros cobros de facturas de los grupos que apoyaron a Madrazo. A petición de su primo, el constructor Ordóñez Galán, líder del FCT, el gobernador quitó a Miguel Bustamante Sastré de la dirección de Obras Púbicas y colocó a Raymundo Rosique Maldonado, dueño de la constructora Ronfe, S.A de C.V.
En el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Tabasco (Sapaet), Daniel Salinas Falcón relevó a Romeo Sansores Gallegos, y en la Junta Estatal de Caminos, Ordóñez Galán recomendó a Rafael Rubio Quintero. En las tres dependencias se manejaba el grueso de las obras públicas del estado.
En marzo, arreció la represión madracista. El doctor Carlos Alberto Wilson Gómez fue detenido en el municipio de Cárdenas y trasladado al penal de Villahermosa, en cumplimiento de dos órdenes de aprehensión y una de reaprehensión.
El doctor Wilson, a través de un Consejo Municipal, gobernó Cárdenas de 1992 a 1994. Cuando se le tomaron las tres declaraciones preparatorias, y cuando se disponía a pagar las respectivas fianzas, se le notificó que había otros dos expedientes en su contra por los delitos de usurpación de funciones y daño en propiedad ajena.
Ese mismo día, Roberto Madrazo declaró a un noticiero de radio que Wilson tendría que enfrentar nueve procesos judiciales, incluido el de sabotaje y fraude.
Militante del PRD, el doctor Wilson era muy apreciado en Cárdenas. Hizo un buen gobierno en comparación a los trácalas priistas que llegaban a saquear el municipio. Y algo más: entregó por primera vez libros de texto gratuitos a estudiantes de secundaria, a propuesta de López Obrador, lo que ningún gobierno estatal, y menos municipal, había hecho.
El municipio de Cárdenas fue pionero a nivel estatal y nacional de este modelo educativo. Roberto Madrazo plagió la idea. En su segundo año de gobierno entregó libros gratuitos a todos los estudiantes de secundaria de Tabasco.
La aprehensión del doctor Wilson sublevó al pueblo de Cárdenas. La ciudadanía, en masa, bloqueó la carretera federal Coatzacoalcos-Villahermosa y exigió a Roberto Madrazo liberar al doctor, pues consideran su detención como una “venganza política”.
El gobernador, con apoyo del gobierno federal, respondió con la tropa. Envió más de 500 soldados, policias judiciales federales y antimotines, así como dos helicópteros, para liberar la vía que estrangulaba el acceso al sureste del país.
El choque fue de guerra sin cuartel. Mientras de los helicópteros llovían gases lacrimógenos, el tableteo de las metralletas no atemorizaba a los cardenenses que, armados con piedras y palos, avanzaba y retrocedía ante la embestida policiaca militar.
Finalmente, la rebelión popular se impuso. Militares y policías huyeron de la plaza. Enardecido, el pueblo quemó ocho autobuses que llevaron los antimotines y que fueron abandonados en su huída. Tres heridos de bala fue el saldo final de la represión.
Posteriormente, López Obrador encabezó un mitin. En medio de gritos de marchar a Villahermosa para sacar “de los pelos” a Roberto Madrazo del Palacio de Gobierno, el líder perredista propuso dar un plazo de cuatro días para que se liberara al doctor Wilson. Los cardenenses, a regañadientes, votaron en asamblea desbloquear la carretera. Los cardenenses estaban molestos por la “tibieza” de su líder ante la agresión. Por primera vez, el liderazgo de López Obrador estuvo a punto de ser rebasado. Dos días después, Carlos Alberto Wilson salió de la cárcel.